
¡No está aquí! ¡Ha resucitado!
Día 8: La Resurrección
Domingo De Resurrección
Marcos 16:1-20 NTV
1 El sábado al atardecer, cuando terminó el día de descanso, María Magdalena, Salomé y María, la madre de Santiago, fueron a comprar especias para el entierro, a fin de ungir el cuerpo de Jesús. 2 El domingo por la mañana muy temprano, justo al amanecer, fueron a la tumba. 3 En el camino, se preguntaban unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada de la tumba?»; 4 pero cuando llegaron, se fijaron y vieron que la piedra, que era muy grande, ya estaba corrida.
5 Cuando entraron en la tumba, vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado al lado derecho. Las mujeres estaban asustadas, 6 pero el ángel les dijo: «No se alarmen. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. ¡No está aquí! ¡Ha resucitado! Miren, aquí es donde pusieron su cuerpo. 7 Ahora vayan y cuéntenles a sus discípulos, incluido Pedro, que Jesús va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo antes de morir».
8 Las mujeres, desconcertadas, huyeron temblando de la tumba y no dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas. Luego ellas informaron todo eso a Pedro y a sus compañeros brevemente. Tiempo después, Jesús mismo los envió del oriente al occidente con el sagrado e inagotable mensaje de salvación que da vida eterna. Amén.
9 Después de que Jesús resucitó el domingo por la mañana temprano, la primera persona que lo vio fue María Magdalena, la mujer de quien él había expulsado siete demonios. 10 Ella fue a ver a los discípulos, quienes estaban lamentándose y llorando, y les dijo lo que había sucedido. 11 Sin embargo, cuando les dijo que Jesús estaba vivo y que lo había visto, ellos no le creyeron.
12 Tiempo después, Jesús se apareció en otra forma a dos de sus seguidores que iban caminando desde Jerusalén hacia el campo. 13 Ellos regresaron corriendo para contárselo a los demás, pero ninguno les creyó.
14 Incluso más tarde, se apareció a los once discípulos mientras comían juntos. Los reprendió por su obstinada incredulidad, porque se habían negado a creer a los que lo habían visto después de que resucitó.
15 Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que se niegue a creer, será condenado. 17 Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas. 18 Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y, si beben algo venenoso, no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos, y ellos sanarán».
19 Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con ellos, fue levantado al cielo y se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios. 20 Y los discípulos fueron por todas partes y predicaron, y el Señor actuaba por medio de ellos confirmando con muchas señales milagrosas lo que decían.
Toda nuestra fe está basada en lo que ocurrió tres días después de la crucifixión. No servimos a un Dios muerto, sino a un Dios vivo.
La resurrección nos recuerda que Jesús tiene autoridad sobre la vida y la muerte. Ninguno de nosotros decide cuándo vendrá a este mundo ni cuándo morirá, ninguno tiene el poder de decir: “Vuelvo a la vida.” Pero eso es precisamente lo que hizo Jesús, y sí resucitó, entonces tiene autoridad absoluta sobre la vida y la muerte.
La resurrección también nos recuerda que Jesús tiene autoridad sobre el pecado y satanás. Todos morimos por consecuencia del pecado, y la paga del pecado es la muerte. Sin embargo, Jesús es el único en toda la historia de la humanidad que murió sin pecar; entonces, ¿por qué murió? Jesús murió por nuestros pecados, en nuestro lugar. Después de su muerte, Jesús resucitó de la tumba, no solo en victoria sobre la muerte, sino en victoria sobre el pecado para que nosotros podamos vivir libres del pecado. Su autoridad es tan grande y poderosa que él hasta tomó las llaves del infierno. Él venció y ahora nosotros podemos vivir más que vencedores.
Como Jesús tiene autoridad sobre todo esto, esto también implica que Jesús tiene autoridad sobre mi vida. La Escritura dice que un día toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. La pregunta no es si Jesús es el Señor o no; la pregunta es: "¿Te someterás a él como Señor ahora o cuando sea demasiado tarde?”
Jesús te ama tanto. Él está vivo. Recibe la vida que él tiene para ti y ve comparte estas buenas nuevas. Hay gente a tu alrededor que necesita de Cristo.
REFLEXIONA: ¿Qué impacto tiene la resurrección en tu vida diaria y en tu relación con Dios? ¿Cómo te desafía la resurrección a vivir una vida con propósito y significado? ¿Cómo te relacionas personalmente con la esperanza y la alegría que trae la resurrección? ¿Te has sometido completamente a Dios? ¿Cómo puedes compartir las buenas nuevas del Evangelio con otros?
Toma unos minutos para pensar sobre esto y escribe tus reflexiones en una libreta o en una aplicación de notas.